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Si el hubiera existiera

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Nuestra vida es el resultado de cada una de las decisiones que vamos tomando, grandes y pequeñas, por eso la importancia de elegir bien. Pero qué pasaría si tuviéramos la posibilidad de saber qué hubiera pasado en caso de haber elegido diferente… si hubiera estudiado otra cosa, si hubiera arrancado ese proyecto o renunciado al otro, si hubiera sabido decir que no, etc.

Pueden existir tantas preguntas sobre momentos grandes y pequeños de nuestra vida que podrían haber representado cambios gigantes.

El efecto mariposa

Todo esto me hace pensar en el efecto mariposa. Porque parte de la idea de que el aleteo de una mariposa, por pequeño que parezca, puede ir agarrando fuerza, y bajo las condiciones necesarias, convertirse en un gran tornado del otro lado del mundo.

Es una idea muy poderosa que nos invita a la reflexión de nuestras acciones, ya que al final pueden generar un gran impacto en ti y en el resto del mundo. Está en cada uno de nosotros decidir si queremos enviar aleteos positivos que se conviertan en tornados de buena vibra, o aleteos negativos que terminen generando destrucción y dolor.

Pero volviendo a nuestra pregunta inicial, si tuvieras la capacidad de saber el resultado del hubiera, ¿lo harías?

La respuesta automática pudiera ser “SÍ, CLARO”, pero si lo piensas con un poco más de calma, ¿realmente valdría la pena?

Rompiendo la ilusión

Hace unos días platiqué con el ilusionista Matias Race. Él me decía que después de hacer trucos que dejan sin aliento a la gente, nunca faltaba el aferrado que quiere saber como eso es posible. A este tipo de personas él siempre contesta: te puedo decir cómo hice para desaparecer esta pluma, pero si lo hago “adiós ilusión”, perderás ese momento mágico que viviste. Piensa cómo te has sentido cuándo has perdido la ilusión o dejas de creer en algo o alguien.

Creo que al final pasaría lo mismo con la posibilidad de saber qué hubiera pasado si…

Nuestra vida perdería ese sabor del misterio que implica la toma de decisiones. Y peor aún, si pudiéramos ver el futuro y saber con anticipación el resultado de nuestros actos, de nuevo la oferta suena muy tentadora. Pero, ¿dónde estaría el chiste en vivir sin la emoción de descubrir que viene para mí?

Miedo a la muerte

No quiero ponerme raro, pero últimamente tengo esta idea en la cabeza de que cuando muramos tendremos todas las respuestas, que vamos a saber absolutamente todo. Como cuando juegas un crucigrama súper difícil y de pronto pasas a la hoja de respuestas y dices “ah claro”, esto era así y esto otro pasó por esto y esto.

Seguramente esto es una idea que inventó mi cerebro para combatir mi miedo a la muerte. Y es que lo que realmente me aterra de morir, independientemente de dejar a mis seres queridos, es pensar que sólo se apague la luz y punto final a la historia. Me aferro a creer que hay algo más, y no estoy hablando de un cielo con angelitos ni de un infierno en llamas. Simplemente respuestas, poder entender cómo se generó todo esto tan increíblemente complejo llamado vida; ¿cuál es el verdadero trasfondo de todo esto?

Y sé que mi miedo puede resultar una completa estupidez, porque si solo se apaga la luz, ni me voy a enterar. Pero todo esto me ayuda a querer disfrutar más el tiempo que me quede, haya o no haya respuestas en la muerte, quiero pasar un tiempo memorable aquí. Una vida de la que me sienta orgulloso, y eso implica aportar algo a la gente y no hacer daño a nadie.

Así que después de esta breve filosofada, a donde voy con todo esto, es que el enigma de las consecuencias de nuestros actos es algo maravilloso de la vida. Que no tendría mucho caso saber ¿qué hubiera pasado si…? Al final todos tomamos buenas y malas decisiones, aunque muchas veces parezca que se nos dan mejor las malas.

Lo mejor de todo esto es ir aprendiendo de lo bueno y lo malo, y recordar que en cualquier momento podemos hacer un giro hacia la dirección que creamos más conveniente. No tenemos que vivir condenados a algo que no queremos por haber tomado una mala decisión en algún momento o menos aún porque alguien más decidió por nosotros.

Para convertirnos en maestros de la toma de decisiones debemos practicarlas deliberadamente y con la intención de que éstas nos lleven a un mejor lugar. Todo sin perder la emoción que implica tirar los dados.

 

E.19 De 14 días a 99 minutos, la revolución de la mensajería en México | con Alexis Patjane

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